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OPINIÓN

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​El año de la pandemia

Del caos al orden: la esperanza del 2021


Este año que recién se ha marchado, “el año de la pandemia”, significó un cataclismo histórico que llegó a transformar el curso de nuestros días de manera paradójica y a movernos los planes a todos. ¿Cuándo íbamos a imaginar que nos veríamos cubiertos de nariz y boca por tanto tiempo, y que nuestros ojos fungirían de intérpretes?

 

Antes, cuando todo era “normal”, parecía todo más sencillo; no teníamos que voltear la bolsa al revés para encontrar el antibacterial, correr al carro porque olvidamos el cubre bocas, o hacer cita con antelación para apartar lugar y evitar multitudes. Íbamos más deprisa, inmersos en la pantalla del teléfono o ensimismados en nuestros propios pensamientos; poco levantábamos la cara para exclamar unos “buenos días” o un “gracias” mirando a la cara. Hoy me atrevería a decir que lo hacemos más seguido, sino para darnos a entender mejor, sí como muestra de agradecimiento y respeto a aquel que quizá está más expuesto.


Una de las mayores enseñanzas que nos deja esta situación sin precedentes, es el entendimiento de nuestra fragilidad, y que, sin salud, todo lo demás carece de sentido. 


Nos hemos dado cuenta de nuestra interdependencia con todos los seres y la conexión con el todo; el ecosistema, las instituciones, y un sinfín de entidades que hacen que las economías funcionen y que “el sistema” – como comúnmente le llaman – no se caiga.  Se necesita de capital, recurso humano, y muchos más en la cadena, porque de otro modo, simplemente no hay negocio que valga. Me gusta imaginarlo como una rueda que vas dibujando donde no hay trazos más marcados que otros; es un círculo, sin dimensiones más pronunciadas que otras, simplemente es UNO. 


Resulta interesante el análisis que plantean los astrólogos de cara a la pandemia que nos embate en estos momentos, y como la comparan con “La peste negra” – epidemia que se extendió por el continente europeo a mediados del siglo XIV y que tuvo devastadoras consecuencias . 


Se dice que la conjunción de planetas influyó en dicha catástrofe y dio como resultado un despertar espiritual. Se originó una explosión de misticismo y religiosidad en Europa entera, fue la época en donde se construyeron bastas iglesias, y las bellas catedrales góticas que conocemos. 


Otro acontecimiento significativo, fue durante la Revolución Industrial (1760-1840), donde se originó una evolución gigantesca; avance tecnológico y crecimiento económico y social. Este tipo de creencias, sugieren que el cosmos tuvo influencia en este episodio de la historia, así como en mucho de lo que sucede en la tierra. 


En 2019, por ejemplo, se hablaba de fuertes cambios para 2020, de movimientos político-sociales; de un reacomodo planetario y el comienzo de la “Era de Acuario”. Ahora podemos constatar que, dichas premoniciones no eran del todo quiméricas.


Si nos detenemos a pensar un poco, está surgiendo algo parecido. Comenzamos a pensar más de manera colectiva                      que individual, la relación con nosotros mismos se está transformando. Lo vemos por todos lados; disciplinas como el yoga, la meditación, el entrenamiento físico y mental están cobrando auge; así como la alimentación sana y el cuidado del medio ambiente.


Vivimos en un mundo secularizado, donde la libertad de creencia y pensamiento nos ha enriquecido como comunidad. La fe ciega hacia ciertos dogmas se ha ido desvaneciendo, y, por otro lado, se ha manifestado un interés por investigar, descubrir, y generar opinión pública; porque también existe más información. Se está construyendo un nuevo tejido social, más progresista, más consiente…


El repaso de ciertos hitos históricos – como los que menciono brevemente arriba –, nos invitan a reflexionar sobre el paradigma que hoy transitamos. Así como “la filosofía del orden y el caos”, nos evoca un halo de esperanza.